La Fundación Despertando al Atlas expone cómo ciertos sectores políticos utilizan protestas y grupos marginales para generar caos y mantener el statu quo, impidiendo el avance de reformas estructurales en Argentina.
En Argentina, las protestas de los jubilados no son nuevas, tampoco lo son las docentes. La carpa blanca estuvo instalada durante años en los ‘90, y cada gobierno enfrentó algún tipo de conflicto con estos sectores. Pero lo que estamos viendo ahora no es una lucha legítima por derechos, sino un reciclaje de reclamos históricos usado como herramienta política.
Vemos cómo la oposición, sin recursos y sin liderazgo, desempolva viejas reivindicaciones y las mezcla con nuevos actores marginales. ¿Para qué? Para generar caos. En este sentido, no importa si las consignas tienen sentido entre sí: lo importante es que haya conflicto. Así terminamos teniendo marchas feministas con banderas palestinas, que en el fondo reivindican la cosmovisión musulmana, o reclamos sindicales respaldados por organizaciones sociales que nada tienen que ver con el mundo del trabajo formal.
El problema es claro: el reclamo es solo una excusa. Si lo que importara fueran los jubilados o los docentes, los sectores políticos que los promueven habrían hecho algo cuando fueron gobierno. Pero ahora los usan como pantalla para sumar a los mismos grupos de siempre: barrabravas, piqueteros profesionales, punteros políticos y militantes a sueldo. Todos funcionales a una estrategia que no busca mejorar el país, sino frenarlo.
El Verdadero Objetivo: Mantener el Statu Quo
Cuando el caos domina la escena, el mensaje es claro para quienes piensan en Argentina como un lugar donde apostar y desarrollarse: acá no hay cambio posible. Ese es el verdadero triunfo de quienes se benefician de la decadencia:
- Los políticos que viven del Estado.
- Los sindicalistas que lucran con el conflicto.
- Los empresarios prebendarios que necesitan un sistema corrupto para sostenerse.
Cuanto peor sea el escenario, más garantizan su coto de caza.
No es casualidad que estas movilizaciones coincidan con cada intento de reforma estructural. Lo mismo pasó con las universidades. Como ya señalamos, los centros de estudiantes y los sindicatos docentes universitarios alineados con sectores políticos ven en la educación pública no un servicio, sino un botín. Cuando su negocio se ve amenazado, activan la movilización.
Protesta Legítima vs. Protesta Manipulada
El problema no es que la gente proteste. Eso es legítimo. El problema es que estas movilizaciones están organizadas por los mismos que durante años se beneficiaron del sistema y que ahora no pueden competir en un país que empieza a cambiar. Son políticos, sindicalistas y punteros que nunca podrían mantener su nivel de vida en el sector privado, y que tampoco pueden garantizar el futuro de sus hijos sin el aparato estatal.
Por eso defienden la decadencia: porque sin ella veríamos al rey deambular desnudo.
Un Llamado a la Ciudadanía
En la Fundación Despertando al Atlas, entendemos que la verdadera transformación del país no pasa por un cambio de nombres, sino por un cambio de cultura.
Hay que desenmascarar estos métodos y entender que el caos no es un accidente: es una estrategia. Y los únicos que podemos frenarlo somos los ciudadanos, dejando de ser espectadores y tomando el control de nuestro futuro.